domingo, 5 de agosto de 2007

IQUITOS...Este les va a tomar un rato..

Primero, una cita de mi diario en viaje hacia Iquitos y de historias y leyendas que me convidaron en la lancha, y después un poco de mi estadía.
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Ahora navego hacia Iquitos. Ya es el segundo día a bordo del Henry 5, río abajo entre un verde interminable, impenetrable a la vista y desbordando hasta la orilla misma del río en busca de un pedacito más de tierra. La gente se va abriendo y me ofrece sus historias. Carlos, militar de unos 30 años, me cuenta de sus dos años con el ejército en medio del monte, de cómo una vez se perdió con un soldado persiguiendo un venado, y estuvo dos días sin comer ni beber del susto, buscando en vano el sendero, hasta que un día en un río vio a un enano con un solo pie, parado sobre el agua, que ¡zas! Metió la mano en el agua, agarró un pez, y tras mirarlo lo soltó. Al darse vuelta para avisarle a su compañero, el enano desapareció. Era un duende conocido como Yapichico, que te hace perder en el monte y no te deja reconocer el sendero aunque estés sobre él, pero que al ser visto, su magia se acaba. Efectivamente, al ratito encontraron el sendero y lograron volver al campamento.
También contó del Tunchi, un alma errante atrapada entre dos mundos, con un silbido muy particular, que te ataca en sueños. A él lo atacó recién llegado al monte, porque una vez que te conoce te deja en paz. Mientras dormía, sintió que le aplastaban el pecho y lo ahorcaban. No podía respirar, y sentía que se moría, cuando logró despertar a los gritos. A uno de sus soldados, fueron a socorrerlo a su puesto de guardia en medio de la noche al escuchar tres disparos. Lo encontraron en el piso tieso como muerto, y sólo lo lograron reanimar, a los gritos, haciéndole oler alcohol. El Tunchi, en forma de un negro y un blanco, se le había aparecido y se le había lanzado al pecho, quitándole el aire. En otra ocasión, el Tunchi fue oído gran parte de la noche, y por la mañana, todos los huesillos del asado de la noche anterior, que habían sido desparramados por todo el campamento, aparecieron prolijamente apilados en un montoncito. Si se lo escucha silbar, hay que insultarlo y gritarle para que se aleje.
Me contó Carlos de su encuentro con una serpiente que, desde lo alto de un árbol de aguaje, imitaba el sonido de una pava para atraer a sus víctimas. Se considera afortunado de haber logrado escapar, porque dicen que si te acercás demasiado, tiene una especie de imán que te atrae y ya no te deja escapar. Verdad o mito, Carlos se asustó muchísimo y decidió que ya no volvería a adentrarse tanto en la jungla.
También me contaron del bufeo, un delfín colorado que abunda por acá, y que los pescadores dicen que se convierte en hombre y sale del río para robarles bienes y poseer sus mujeres. O del árbol frutal que puede sobrevivir sumergido bajo seis metros de agua varios meses.
Otras historias son menos románticas. Dani y Segundo, montando guardia de noche en la cubierta con sus escopetas, me cuentan que hace poco unos piratas del río vinieron a los tiros y una bala perdida mató a un bebé. Segundo lleva dos muertos ya (¿será por eso el apodo?), pero los de la empresa donde trabaja lo sacaron de prisión a los dos meses pagando coima. Segundo no quiere hablar de eso aún. Dani, en cambio, cuenta orgulloso cómo mató a uno de un tiro en la cabeza. Le pregunté si no le dio impresión apuntarle y dispararle, y verlo morir. “No, sentí cólera,¨ me respondió.
Mientras, yo sigo viajando. Lagarteo al sol en la cubierta o rindo culto a la pereza en mi hamaca, mirando la jungla exuberante desfilar por la ventana más allá de mis pies descalzos.
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Hace casi una semana llegué a Iquitos. Mi plan era quedarme tal vez 3 días a lo sumo, pero la gente acá te puede con su calidez y hospitalidad, y lo que iba a ser una escala terminó siendo una estadía. Ya la última noche en el bote, conocí a unos chicos que estaban volviendo a la universidad y me invitaron a timbear con ellos. Perdí como 50 centavos al `golpe`), un pariente del chin chon, y fui el primero en retirarme, como es costumbre cada vez que apuesto a las cartas, esta vez por falta de cambio para seguir. Pero ya más tarde, y ronda de mates por medio, recuperé la alegría de las cartas al armar un chancho va de a 8 hasta altas horas de la noche, con los clásicos gritos, carcajadas y quejidos por dedos doblados que este juego inevitablemente genera, independientemente de que nadie conocía el juego.
Uno de esos chicos, Roy, me llevó a su casa para almorzar con su familia a la que no veía hace dos años, en una casa muy bella en una colina, con vista de las copas de los árboles de la ciudad y una enorme variedad de plantas y árboles frutales, donde charlé con su familia varias horas en las mecedoras hasta que se puso el sol. Ahí me fui a conocer a mi primer anfitrión de couchsurfing.com, César, que vive con su mujer, Chela, y Kathryn, una chava de la hostia norteamericana, a pesar de vivir en Texas. Me recibieron súper bien y me llevaron a cenar con ellos y unos amigos. Kathy de ahí en más fue mi guía turística (está acá hace casi un año y viene desde hace 4): me paseó por toda la ciudad y sus alrededores en su moto, me llevó al complejo de Quisto Cocha a ver los animales locales y bañarnos en el río, y no menos importante, me llevó a bailar al complejo CNI, al sucundún de grupos como los que se ven en ‘Sábados Tropicales’. Ella subió a tocar un solo de flauta traviesa con ‘Explosión’ y fue muy divertido. Hacía años que no bailaba tanto, y la verdad que NO ENTIENDO CÓMO PREFIEREN BAILAR MARCHA!! Entre esa noche y la despedida de Kathy anoche, le devolví la vida a mis pies, o mis pies me devolvieron la vida, y hoy a cada paso un dolor placentero me recuerda tanto bailar descalzo.
De Iquitos me llevaré un muy grato recuerdo. La gente me trató como a un amigo enseguida, me ofrecieron sus hogares, me presentaron a sus amigos y me dieron una lección de hospitalidad desinteresada como no había visto en otras ciudades.
Hay frutas muy raras acá, y me saco las ganas de ir probándolas todas de a una. Si me pongo a pensarlo, desde Bolivia que vengo probando de todo. Entre las frutas: tumbo, chirimoya, pacay, granadilla, papaya, camu camu, carambola, aguaje…. De bebidas, api, cebada, cóctel (aguardiente de caña con leche, coco, vainilla y no se qué más), ponche, mate de coca, chicha, pisco… De comidas, ufff… vale destacar los huevos de tortuga, que no me gustaron tanto, la brochette de lagarto, y contarles que el pescado de río, me gusta… y no me hagan aspamento, yo siempre dije que no me gustaba la ‘comida de mar’, jejeje.
Uno de estos días ya encaro para la triple frontera con Brasil y Colombia. Voy a estar atento a ver si veo un zúngaro, pez real de hasta 5 metros que se ha comido personas enteras por meterse o caerse al agua donde no debían. Se cuenta cada cosa de los animales por acá que da miedo, se nota que no es nuestro territorio y me ayudó a definir cosas que no quiero hacer, por ejemplo, explorar solo el monte, o bañarme más allá de la orilla en el río.
Fue un blog largo, espero que lo hayan disfrutado! Les adjunto algunas fotos!

Dani y Segundo, cuidándonos de los piratas

Sach, no sé qué hiciste, pero se enteraron hasta en Iquitos, devolvélo!!!

Una calle en Iquitos
Con Kathryn motoqueando

Al mejor estilo Ace Ventura, los Capibaras vinieron a mi de a montones
Es una ilusión, no está alrededor de mi cuello, sólo atrás, respiren abuelas

Una puesta del sol por el amazonas camino a Iquitos


Acá abundan los motocarros de tres ruedas, pero por todas partes, parece la india, debe haber un auto cada 20 motocarros

Este mono simpático fue abandonado por los pirañas, bandas de nenes que te roban entre muchos a la vez. Lo usaban para robar, y conservó sus hábitos en la reserva... te descuidabas un segundo y te metía la mano en el bolsillo... no lo veías nunca más, porque jugaba a romper lo que te sacaba contra una piedra jejeje. Mientras me sacaba la foto venía corriendo el cuidador a avisarme para que agarre mis anteojos. Ah, el mono se subió solo, lo vi venir por las ramas desde 50 metros, se subió a la baranda del puente y de ahi a mis hombros y se echó.
Mariposa búho, se pone así cuando se siente amenazada

Con los chicos en Lima (Piojo, los hice jugar al boxeo jejeje)
Esta es la lancha colectivo donde viajé a Iquitos, mi piso estaba un poco más vacío porque hacía "frío", pero todos viajan en su propia hamaca y la cualgan donde encuentran un huequito. Para el 3er día de viaje ya había charlado con la mitad de los pasajeros

Un típico pueblo sobre el río
Este pequeñuelo lleva un libro que le presté en el bote para leer, "El libro de los abrazos". Apenas se lo di se escabulló entre toda esa carga y se puso a leer en su escondite privado

Ah... las puestas del sol.....

5 comentarios:

Anónimo dijo...

1000000 puntos este post niko... muy groso... Aguante la marcha!!!! El boxeo no es boxeo sin una pose final en el "finish him"... no?

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Niko® dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pacha dijo...

GENIAL NICO!!!TRAEME GRANADILLAS POR FAVOOOOOOOORRRRRRRRRRR!!!!

Anónimo dijo...

Mi querido,

ya escribí un comentario hace unos días ...por alguna razón no salió ah la tecnología y tu abuela no se llevan bien
Tus relatos me parecen absolutamente maravillosos y -como siempre cuando me entero -las cosas ya pasaron, no me da tiempo a asustarme tanto.

Es una experiencia maravillosa , disfrutalo y cuidate un montón
Te quiere muchísimo tu abu